Las niñas ya no quieren que las llamen princesas
Al
cabo del día, leo muchas cosas que no me gustan, como por ejemplo,
que en los cuentos infantiles (supuestamente) respetuosos y escritos
para cambiar el paradigma patriarcal, en el título se cuele la
palabra princesa.
Hay
que tenerlo claro, las niñas no necesitan identificarse con ningún
tipo de princesas, ni de las antiguas, ni de las modernas. Creemos una nueva sociedad de niñas libres, seguras de sí mismas.
La institución princesil, como la palabra deberían caer ya en desuso para hablar de nuestras niñas del siglo XXI.
Abandonemos esta antipática palabra: aunque te cuenten que son guerreras, se tiran pedos o bucean con tiburones, al denominar a una niña como princesa, inconscientemente, se incide en la perpetuación de los roles patriarcales tanto de las niñas, como de los niños. No te dejes engañar, llamar a una niña princesa o titular un cuento con esta palabra, ni es respetuoso, ni es moderno: ¡¡no más princesas!!
La institución princesil, como la palabra deberían caer ya en desuso para hablar de nuestras niñas del siglo XXI.
Abandonemos esta antipática palabra: aunque te cuenten que son guerreras, se tiran pedos o bucean con tiburones, al denominar a una niña como princesa, inconscientemente, se incide en la perpetuación de los roles patriarcales tanto de las niñas, como de los niños. No te dejes engañar, llamar a una niña princesa o titular un cuento con esta palabra, ni es respetuoso, ni es moderno: ¡¡no más princesas!!
Ser
princesa significa vivir encerrada en una falsa realidad, en una
fantasía engañosa cargada de sometimientos, de sufrimiento, de
estereotipos machistas. Una vida esclava muy alejada de la libertad personal.
Las
niñas son inteligentes, maravillosas, independientes, geniales por
ellas mismas, no necesitan ningún recordatorio patriarcal como la
palabra princesa para validarlas.
Las
niñas, al igual que los niños, son personas, no son ni príncipes,
ni princesas.
Dejemos
de utilizar esta palabra tan cargada de represión y estereotipos
para definir a las niñas, para escribir cuentos sobre ellas, para
describirlas.
Si
queremos transformar nuestra sociedad, que ésta sea más justa y
equitativa, el lenguaje ha de cambiar hacia el respeto, hacia la
validación de una persona por ella misma, hacia el abandono de
lenguaje, roles y estereotipos patriarcales.
Las
niñas son perfectas por ellas mismas, no necesitan sentirse las
representantes de una institución añeja y enferma.
Las
niñas no se tienen que pensar como princesas, se tienen que
pensar como ellas mismas, como las artífices de su propia vida, de su propio bienestar.
Elena
Mayorga