La casa de mi abuela olía a miel y canela


Ayer paseaba por la playa y, además del intenso olor a mar, me llegó el del azahar. Las calles de pueblos y ciudades de Andalucía huelen ya a primavera, a flores hermosas que nos regalan, generosas, sus intensos perfumes.

Mientras paseaba, y a la par que las fragancias a mar y a azahar me embriagaban, sentí añoranza y un tremendo deseo de tomar arroz con leche. Así que cuando volvimos a casa, Adriana y yo, por primera vez en nuestras vidas, nos pusimos a preparar este delicioso postre.

Adriana se inventaba canciones al tiempo que removía la leche y, a la par, yo iba sacando de los armarios los demás ingredientes: azúcar, canela, una cáscara de limón, arroz.

A medida que los olores fueron invadiendo nuestra cocina, poco a poco, como el humillo que sube de las ollas, fueron brotando de mis labios los recuerdos de mi infancia. La abuela Mari preparando arroz con leche, mi postre favorito cuando tenía la edad que ahora tiene mi hija. La alegría de ir metiendo la cuchara en la olla cuando ella salía de la cocina (sospecho que se iba a propósito). La impaciencia de tener que esperar hasta que el postre se enfriaba. Y sobre todo, los olores, intensos, dulces, deliciosos: la casa de mi abuela olía a canela y a miel.

Ese recuerdo, ese olor, lo guardo con gran cariño, como una de las joyas de mi niñez. Ahora que soy madre, me pregunto qué recordará de su niñez, cuando sea adulta, mi preciosa Adriana. Ojalá su corazón atesore miles de instantes plenos de olores, sabores, risas, felicidad y dicha.

Elena Mayorga

© Elena Mayorga Toledano. Ilustración de la portada realizada por Rocío Araya Gutiérrez. Con la tecnología de Blogger.