Los fantasmas existen
Aunque
haya podido chocarte el título de este artículo, déjame aclararte
que en él no vamos a hablar ni de fantasmas, ni de ánimas, ni de
nada relacionado con lo esotérico. En este escrito, trataremos de
otro tipo de fantasmas, de nuestros propios fantasmas, de los
interiores, de esas imágenes y/o palabras del pasado que se nos
aparecen arrastrando tras ellas personas, recuerdos, emociones,
sensaciones negativas, que nos afectan, asustan y condicionan nuestra
vida actual.
Estos
fantasmas personales, interiores, se nos presentan para retrotraernos
al pasado. Al igual que los temidos espíritus errantes de los
cuentos, algunos de estos fantasmas internos acarrean sensaciones,
patrones de comportamiento, mandatos, que en el momento de su
aparición nos hacen albergar fortísimos sentimientos de ansiedad,
de miedo, de terror que nos anulan y nos paralizan.
Veamos
unos cuantos ejemplos:
-”La
culpa es tuya”, me espetaba siempre mi madre ante cualquier
problema. Hoy en día, siempre, ante cualquier situación, me siento
culpable, esas palabras aparecen para condenarme.
-”No
toques nada. No hagas ruido. No molestes”. Papá siempre tenía
cosas importantes que hacer, yo era insignificante para él. Sigo sin
sentirme importante para nadie, esa falta de atención me persigue
aún, en las reuniones de trabajo, en las citas, siempre pienso que
nadie me hace caso, que no soy interesante.
-”Tu
primo es mucho más listo que tú, será alguien en la vida, tú no”,
me decía mi abuelo con odio, el mismo odio que sentía por mi madre,
una nuera que se había negado a vivir la vida como él le decía y
se había divorciado de su hijo. Esas palabras me hirieron y aún hoy
me persiguen, se presentan ante mí en las reuniones familiares, me
asustan, me voltean.
-”Tienes
que adelgazar, así no te va a querer ningún chico” me decían mis
amigas del instituto. No me gusta mi cuerpo me desagrada, cada vez
que comienzo a estar bien conmigo misma, surgen esas palabras para
decirme lo horrible que soy.
Estos
son unos cuantos ejemplos de esos fantasmas que vuelven una y otra
vez desde nuestro pasado para ahogarnos, para condicionar nuestro
presente de forma negativa, para anularnos y paralizarnos.
Sin
embargo, si echamos la vista atrás, si buscamos el origen de estos
fantasmas, podemos percatarnos, como hemos visto brevemente en los
ejemplos, que la información y los mensajes que nos traen son
falsos. Cuando éramos pequeños, adolescentes, jóvenes,
vulnerables, fueron pronunciadas unas palabras, muchas veces
repetidas, que nos hicieron vernos y pensarnos como realmente no
éramos. En aquellos momentos, y cuando vuelven a aparecer nuestros
fantasmas, nos creamos (y nos creemos) una imagen de nosotros mismos
que no es la real. Nos creamos (y creemos) una imagen falsa de
nosotros.
Ha
llegado el momento de hacernos conscientes de cómo somos en
realidad.
Ha
llegado el momento de dejar nuestros fantasmas en su tiempo, de
enfrentarnos a ellos, a las personas que los crearon.
Ha
llegado el momento de asumir el aprendizaje que sobre nosotros mismos
nos traen. Ha llegado el momento de no esperar a que se nos
aparezcan, de ir a enfrentarnos directamente a ellos, a todo lo que
suponen, al miedo que arrastran tras de sí.
Ha
llegado el momento de liberarnos.
¿Cómo
hacerlo?
Reconozco
que es un trabajo arduo, complicado...sin embargo, se puede hacer.
Podemos
empezar, cuando lleguen estos pensamientos, estos mandatos, estos
fantasmas, por mirarles directamente a los ojos y decirles que
mienten, que la imagen que traen tuya es falsa.
Te
dejo unas cuantas preguntas para enfrentarte a ellos cuando se te
aparezcan:
¿Cuándo
aparecen esos fantasmas en tu vida? Identifica las situaciones que
provocan su manifestación.
Enfréntate
a esas palabras, a esos recuerdos, diles que mienten.
¿Te
conoces sin las palabras pronunciadas por esos fantasmas? Busca tu
verdadera imagen.
¿Estás
haciendo en la vida lo que de verdad quieres?
¿Conoces
tus verdaderos gustos, deseos?
¿Te
gustas?
¿Te
Amas?
Elena
Mayorga